Monte Kilimanjaro

El Kilimanjaro, cumbre mas alta del continente africano con 5.895 m, atrae cada año a numerosos montañeros de todo el mundo. La ascension a este volcan, situado en Tanzania, no tiene dificultades tecnicas aunque no debe tomarse a la ligera, teniendo en cuenta las condiciones climaticas y la posibilidad de los efectos adversos del mal de altura. La mejor epoca para escalarlo es durante las estaciones secas, de junio a octubre o de diciembre a febrero, aunque puede hacerse en cualquier momento del año.


Para acceder al Kilimanjaro, protegido dentro del Parque Nacional del mismo nombre, deberemos acercarnos a la poblacion tanzana de Arusha o a la cercana Moshi. Una buena posibilidad puede ser volar directamente al aeropuerto internacional de Kilimanjaro, donde se puede tramitar el visado de entrada al pais.

Hay varias rutas hasta la cumbre, siendo las mas famosas la ruta Marangu y la Machame. Otras opciones son la senda Umbwe, Rongai, Lemosho y Londros. Se aconseja considerar la opcion de añadir algun dia a los diferentes itinerarios para mejorar la aclimatacion a la altura, ya que esta suele ser la principal causa por la que no se consigue terminar con exito.

Se requiere ir acompañado por un guia registrado para poder ascenderlo, asi que la unica forma de preparar este trekking es a traves de una agencia. El precio dependera de la duracion de la ascension, del tamaño del grupo, la calidad del alojamiento y las comidas, asi como de la experiencia del guia. Una agencia con buena reputacion, cuyo director batio el record de velocidad en la ascension al Kilimanjaro, es Active Tanzania Adventures, en Arusha.

Una caracteristica peculiar de esta famosa montaña, es la presencia de un glaciar en su cumbre a pesar de su proximidad al ecuador. Debido al cambio climatico, a la deforestacion de sus laderas que altera la frecuencia de las lluvias y a otros factores, el deshielo se esta produciendo a mayor rapidez que en otras zonas del planeta. Segun estudios realizados, siguiendo al ritmo actual, en unos 20 años podria desaparecer, por lo que es un buen momento para acometer esta aventura.

San Martín de los Andes (Patagonia Argentina)

San Martín de los Andes, provincia de Neuquén, Patagonia Argentina

Esta ciudad se encuentra a 1575 kilómetros de la Capital Federal y es la puerta de entrada al famoso recorrido de los 7 lagos. El centro comercial termina en las costas del río Lácar. Está a unos 650 metros sobre el nivel del mar. Se puede arribar en auto, colectivo o avión.

Aquí comenzamos una serie de posts de un viaje tipo “mochilero” por la Patagonia Argentina. Digo “tipo”, porque en este caso fue un viaje en auto con estadía en hostels o algún que otro hotel de baja categoría. Aún cuando hicimos el viaje en pleno verano, durante la noche, en la Patagonia refresca mucho, así que logramos evitar los campings.

Aquí van a encontrar datos de hospedaje, de lugares dónde comer, excursiones que no se pueden perder, y los infaltables precios para que puedan tenerlos como parámetros. Los precios estarán en pesos argentinos A$, para convertirlos, tengan en cuenta que U$S1=A$ 3.15, aproximadamente.

Vale destacar que este viaje lo realizamos dos mujeres solas, de 24 y 26 años y de manera “libre”, sin reservas hasta último momento, lo que nos dio la posibilidad de ir planeando el viaje a medida que íbamos avanzando y a los consejos que recibíamos de la gente que conocíamos por el camino.

Si estás planeando un viaje por la zona, hay algunas recomendaciones a tener en cuenta:

- Si vas en auto, ya sea propio o alquilado, que tenga GNC, siempre muévete con un mapa que te marque las estaciones de gas, ya que todavía no hay gran número de estaciones de GNC, así podrás elegir las rutas que más te convengan.

- Cuéntale a cualquiera que conozca la Patagonia que irás, y te hablará de la “Ruta del Desierto”. Se llama así, porque literalmente, no hay nada; y es muy propensa a los accidentes porque los conductores, literalmente, se quedan dormidos. Nosotras la evitamos al ir por una ruta paralela. No está en muy buenas condiciones, y es muy aburrida, pero nos habían dicho que la del desierto es mucho peor, así que, de poder, yo recomendaría evitarla.

-SIEMPRE usar protector en la montaña, porque aunque no se lo perciba en el momento, quema y mucho.

-La Patagonia es muy segura, pero como en todo lugar turístico, hay que tener cuidado. Sigue tus instintos y no tendrás problemas.

El primer destino visitado fue SAN MARTÍN DE LOS ANDES, en la provincia de Neuquén. Ya la ruta hacia esa ciudad, es un paseo en sí. Nosotras tardamos más del doble en llegar porque parábamos en todos los lagos a sacarnos fotos y porque, honestamente, nuestras vacaciones ya habían empezado y estábamos disfrutando.

Allí, no conseguimos hostel porque estaban llenos (llegamos el 30 de diciembre) y terminamos hospedándonos en un hotel turístico de una estrella, que terminó siendo más barato que un hostel.

* Hotel Turismo, 1 estrella. Mascardi 517.
A$5 la noche por habitación doble con baño privado (toallas, jabón, shampoo, crema de enjuague) en temporada baja. En temporada alta sube a $145. Incluye un desayuno “correcto” con café, leche o té con tostadas, manteca y mermelada. Se paga en el check out sólo en efectivo.

Si piensan continuar el viaje a otros destinos del sur, no les recomiendo comprar chocolates aquí. Si este es el único destino, entonces, no se pueden perder los chocolates MAMUSIA.

Qué hacer:

- Centro Comercial: lo van a conocer sí o sí porque es en donde se encuentra todo: las estaciones de servicio, los hoteles, hostels y la Terminal de ómnibus. Cuando lleguen van a sentir que llegaron a un pueblito perdido, aunque es una ciudad pequeña. Es un hermoso lugar, y el centro se puede recorrer a pie.

- Cascada Chachín: implica varios kilómetros de ripio, incluyendo un tramo con subidas y muchas curvas. Igualmente, nada del otro mundo. Luego de dejar el auto, comienza un trekking en ascenso de 15 minutos. El ingreso es totalmente gratuito, incluyendo el auto.

Luego visitamos una playita cercana, ni idea cómo se llamaba, nos la recomendó el mozo de la casita de té donde almorzamos. Allí no tiene mucha variedad y los precios son un tanto elevados. Almorzamos bien las tres, con gaseosa o agua, más propina: $70

- Playas de Yuco: Aquí había más gente, en temporada alta se llena. Muy lindo, hay que conocerlo. Así sea para tomar algo para continuar con otra cosa.

- Playas de Quina Quila: quedan a 12 kms del centro del pueblo, con un largo tramo a ripio. En esta ruta hay que tener cuidado porque los autos tienden a ir muy rápido. Es un lindo balneario, con algunos puestos de artesanías (CARÍSIMOS), un restaurant y un muelle. Aquí se puede hacer día de playa total, con natación en el lago, mucho sol y poco viento.

- Playa de Catrite: más cercana a la ciudad, totalmente prescindible si visitan Quina Quila. Cuenta con un camping justo al lado del lago y un restaurant. Se llena de mucha gente.

Otros paseos: estos fueron los paseos que nosotras no pudimos hacer por falta de tiempo, recomendaciones que dejamos afuera y que podría valer la pena.

-Centro Invernal Chapelco: se encuentra a 19 kms de la ciudad. No fuimos porque sabíamos que en el camino veríamos otros centros invernales.

-Casita de Té: si le preguntas a cualquiera que te recomiende “el” lugar para degustar pasteles, te enviará allí.

-Pubs y demás lugares: preferíamos recorrer durante el día y luego estábamos muy cansadas para salir. Igualmente, compensamos la falta de vida nocturna en otros destinos!

-Junín de los Andes: es una ciudad cercana, más pequeña que San Martín de los Andes, pero tienen un impresionante paseo al Volcán Lanín y al Lago Huechulafquen.

-Miradores Arrayán y Bandurrias: dicen que es espectacular. Unos chicos que conocimos en el viaje, nunca llegaron y eso que fueron acompañados por una chica que vivía en el sur, osea… si van, procuren ir bien asesorados.

-Oficina de turismo: Av. San Martín y J. M. de Rosas - Para más información: www.sanmartindelosandes.gov.ar

Datos importantes:

-De todos nuestros destinos, lejos, San Martín fue el más caro en cuanto a comida. En el centro, cenar cuesta un promedio de A$25, pidiendo algo muy básico.

-Es un hermoso lugar, pero está más dirigido a familias y a gente mayor.

-Los locales del centro comercial cierran a la hora de la siesta.

-Las excursiones salen del pueblo más o menos a las 9 de la mañana, así que hay que reservar con tiempo.

-El servicio de la oficina de turismo es bueno, aunque podrían ser más amables. Dan información de recorridos que se pueden hacer en auto, excursiones pagas, etc.

-No hay mucha actividad nocturna, salvo algunos pubs y el casino. Hay una discoteca pero es frecuentado por adolescentes de 16 años promedio.

La ermita de Conques, en el Valle de Benasque

La Ermita románico-lombarda de San Esteban de Conques está datada entre los siglos XI y XII, siendo uno de los edificios más antiguos de la Ribagorza (Huesca).

Según la historia, en este lugar se encontraba un antiguo señorío de rancio abolengo (descendiente de los Bardají) que poseía un castillo, derribado por Felipe II a finales del siglo XVI como respuesta a la rebelión altoaragonesa. La leyenda cuenta que el Rey, como venganza por la oposición recibida, ordenó rociar de sal los campos de cultivo para que quedaran yermos.

Las casas de Conques se utilizan actualmente como colonias de verano. A su interés histórico se añade además un emplazamiento idílico en cualquier época del año, rodeadas de la selva de Conques.

Se puede llegar al prado en el que está situada la Ermita después de un breve paseo de 20 minutos desde el embalse de Eriste (Grist) o bien, desde el cercano núcleo de Anciles (Ansils).

Más información:

De acampada por Kenia y Tanzania, como los exploradores "de verdad"

Como todos sabemos, Kenia y Tanzania son dos lugares más que turísticos pero, curiosamente, su oferta de alojamientos prácticamente se reduce a dos modalidades: Lodges de lujo y campings.
Aunque con la diferencia de nivel adquisitivo entre Europa y estos países algunos Lodges son bastante asequibles, nosotros optamos por la segunda opción en nuestro viaje por los Parques Naturales de Kenia y Tanzania. Decidios a acampar y disfrutar de la naturaleza lo más posible.

Debo decir en su defensa que algunos Parques tienen campings más que pintones, con cabañitas de estilo local y aceptables instalaciones, pero muchos otros sólo cuentan con zonas de acampada libre cuya concepción te deja, cuanto menos, perplejo. Y es que, una vez que has pasado por ellos, ya lo has visto todo en este sentido. De verdad.

Recuerdo con especial cariño un par de estas zonas de acampada: La del Lago Nakuru, tal vez porque fue la primera y me descubrió este particular concepto de alojamiento, y la del Serengueti porque allí nos pasó de todo.

La zona de acampada libre del Lago Nakuru

En el Lago Nakuru, nuestra llegada fue como sigue: íbamos en el camión viendo animales, y animales, y más animales y, de repente, un pequeño grupo de rinocerontes. ¡Genial!. Poco después, el primer grupo de jirafas. ¡Increíble!. Y, dos minutos después, el camión se para en mitad de la nada, y nos dicen que hemos llegado a la zona de acampada. ¡A cinco minutos de los rinocerontes, en mitad de la sabana africana y con un grupo de búfalos a cien metros!. No pude menos que preguntar cómo sabían que ese trozo de terreno era la zona de acampada y no cualquier otro, a lo que me respondieron señalando un par de cabinas de madera que resultaron ser los baños. ¡Todavía no me he recuperado de la impresión que me produjo aquello!.


Afortunadamente Andréu, nuestro guía, nos dio unas instrucciones mínimas de seguridad y no tuvimos ningún problema. Debe de ser que los animales también saben que el turismo es la principal fuente de ingresos de estos países y que, si dejamos de ir, los humanos los dejarán sin casa.

La “Puerta del Serengeti”

En cuanto a la del Serengeti, bueno... se supone que uno acampa en la “Puerta de entrada al Parque” que es exactamente eso, una puerta tipo Arco de la Victoria pero más sencillita, por cuyo interior atraviesa la carretera. Y ya está. Ni muros, ni verjas, ni nada. Una enorme puerta plantada en medio de la inmensidad de la sabana, con un par de barracones a lo lejos que es donde viven y trabajan los guardas del Parque.


Pero como es lo que hay, pues, a acampar toca. Montamos las tiendas, cenamos, hicimos un poco de tertulia y ¡Ala! A dormir. Pero, por lo visto, esa noche hubo movimiento en el campamento. Yo no lo vi, pero os lo voy a contar tal y como nos lo narró Saba, nuestro cocinero, quien, con excelente criterio, dormía en el techo del camión y tuvo billete de primera fila en este acto.

El caso es que, en mitad de la noche, nuestro reportero local y cocinero se despertó con el sonido de un elefante barrenando. Sorprendido, escudriñó el campamento hasta encontrar al causante de semejante ruido. Casi de forma simultánea, nuestro guía aparece por la puerta de su tienda, mira alrededor, comprueba que el ruido lo ha producido un ¿inofensivo? elefante y se enciende un cigarro que saborea tranquilamente. Al terminar, se da media vuelta y regresa a su tienda.

Pero aquí viene lo bueno. ¿Nadie se ha preguntado qué demonios estaba haciendo un elefante en mitad de nuestro campamento y porqué demonios había soltado semejante bramido?. La respuesta sólo la tenía Saba quien, tras ver al elefante, no había tenido ningún problema en descubrir a la leona que venía detrás ¡y que estaba a menos de 20 metros de nuestro tranquilo y fumador guía!. A mí me hubiese dado un ataque, pero nuestro proverbial cocinero lo único que hizo fue mondarse de risa y acomodarse para ver el resto del espectáculo.

Lo que viene a continuación fue breve pero intenso. La leona, que de repente se encuentra con unas mullidas y calentitas tiendas en medio de la fría noche, se recuesta en una de ellas y se dispone a echar una siestecita entre bostezos y gruñiditos de placer. No os quiero contar el pánico de los poco afortunados residentes del interior de la tienda elegida, que no sabían si rezar, gritar o llorar. Afortunadamente no hicieron nada de eso y, al rato, la leona continuó su camino sin que hubiera víctimas.



Para condimentar el resto del escenario y demostrar hasta que punto estamos todos para que nos aten, durante la cabezadita de la leona un par de despistados turistas tuvieron la osadía de salir de sus tiendas a hacer sus necesidades y regresar a ellas en la más profunda de las ignorancias.

Y, mientras tanto, ¿Qué hacía yo?. Dormía a pierna suelta sin enterarme de absolutamente nada. La primera noticia que tuve de tanta diversión nocturna fue el caos que me encontré por la mañana al salir de mi tienda. ¡Ver para creer! ¡Tanta animación y yo haciendo de bella durmiente! ¡No somos nadie!.

Acampadas realmente bucólicas

En realidad acampar de esta forma es realmente muy bucólico. Al anochecer se montan las tiendas en semicírculo, cerca de alguna de las escasas pero enormes acacias que todavía resisten en este inhóspito ambiente, y se enciende un fuego de campamento en el centro.

Mientras se montan las tiendas es imposible no desviar la mirada hacia las impresionantes puestas de sol que matizan los contornos de los pequeños grupos de herbívoros que pastan a lo lejos. El silencio es denso, mágico.

Tras el trabajo, una buena ducha para quitarse el polvo del camino, siempre que el alojamiento incluya agua corriente, cosa poco frecuente en las zonas de acampada pero, precisamente por ello, mucho más disfrutadas cuando se encuentran.

Puesto que preparar la cena para un grupo grande lleva mucho tiempo, se suele hacer de pinche y, de paso, confraternizar con el equipo local. Un poco de español, otro de inglés, unas lecciones de Swahili, y ante semejante campamento de Babel, que no Torre, muchas risas.

Cuando la cena está lista, unas sillas plegables acogen a los comensales sentados en círculo para comer e intercambiar anécdotas del viaje al calor del fuego de campamento.

¡Sniff! ¡Sniff! ¡Cuánto echo de menos estas acampadas!

NOTA PARA VIAJEROS CON SENTIDO COMÚN

Las tiendas de campaña son 100 % seguras en Kenia y Tanzania, repito, 100 % seguras, siempre y cuando se cumplan unas mínimas normas de seguridad tales como cerrar las tiendas por la noche y no salir de ellas sin una linterna.

De los miles de turistas que visitan los Parques de estos países cada año, menos de media docena sufren algún daño que es, mayoritariamente, debido a despistes, accidentes de tráfico y acciones irresponsables. Si dejas tu tienda abierta por la noche casi seguro que una hiena meterá su cabeza dentro, y si te bajas del coche en mitad de un Parque sin comprobar si hay animales cerca pues, habrá que apechugar con lo que te encuentres allí. Y ya si te bajas del vehículo para fotografiar mejor a un grupo de leones y uno de ellos pega un salto y te da un mordisquito, pues, bueno ¿qué esperabas? Es un león, no un lindo gatito.

Curiosamente, el animal que más muertes causa en estas zonas de África, tanto de turistas como de lugareños, no es el león, sino el hipopótamo, un animal sumamente tranquilo que sale a pastar por la noche a las orillas de los ríos, pero que se puede volver muy violento si, al amanecer te encuentra en su camino de vuelta al río, no por maldad, sino por miedo a quedarse aislado en una zona donde no tiene defensa posible frente a sus depredadores.


Todos hemos oído las historias de leones devoradores de hombres tan a menudo reproducidas en el cine, pero yo todavía no he oído decir que un león haya roto una tienda de campaña y sacado de allí a una persona. Contrariamente a lo que cree la mayoría de la gente, los animales no nacen sabiendo cómo hacer las cosas, sino que las aprenden del mismo modo que nosotros: Tienen que aprender cómo andar, qué comer, qué no comer, qué animales son enemigos y cuáles no. Del mismo modo, los depredadores se trasmiten las técnicas de caza de padres a hijos y, si no hay contacto entre ellos, estas técnicas pueden variar según la zona, aunque los leones cazan en grupo en todas partes y los leopardos lo hacen en solitario. Afortunadamente parece que, de momento, ningún depredador ha aprendido cómo abrir una tienda de campaña para comerse el contenido, para ellos debe ser tan solo una especie de extraña roca blanda y caliente.

Yo hice un viaje a... Kenia y Tanzania

Siempre he querido ir a África. Como todos los niños, supongo. Para ver los elefantes y los leones, a las jirafas con sus largos cuellos, y a los rinocerontes con su único cuerno. Recuerdo que, mientras estaba en la Universidad, una amiga hizo un viaje por Kenia y, cuando me dijo lo que le había costado, pensé que se iba a quedar como uno más de tantos sueños de juventud.

Sin embargo, años más tarde uno se echa una pareja zoóloga y viajera, mochilero para más señas, y en las primeras vacaciones juntos se plantea hacer un viaje largo dilapidando lo ahorrado en el último trabajo. Y..., ¿adivinan cuál es el destino que surge inmediatamente? ¡Por fin! ¡La Gran y Enigmática Kenia!.

En una agencia de viajes alternativos, que ya conocíamos, proponían un viaje perfecto para nosotros: camión y acampada, con el poco original pero idílico nombre de “Memorias de África”. Nada de 4x4 melena al viento, ni hoteles de lujo. La Naturaleza en estado puro en su propio lugar de origen. Una aventura en el más estricto sentido de la palabra. Bueno..., o por lo menos una aventura hasta donde la comodidad y nuestra pequeña mente burguesa lo permite.

Y lo fue. De hecho, hubo un momento en que me pregunté si no nos habríamos pasado con este viaje pero, teniendo en cuenta que estaba en mitad de la nada y a 3000 kilómetros de casa, decidí no indagar más en mis sentimientos y dejar la respuesta para cuando hubiese regresado sana y salva a la civilización. Hoy en día no me arrepiento. Fue el viaje más trepidante que he hecho en mi vida y lo repetiría sin ningún asomo de duda.

Aterrizando en el "África negra"

Nuestro viaje comenzaba en Kenia y terminaba en Tanzania, con una ampliación de tres días en la isla de Zanzíbar para disfrutar en la playa y recuperarse de los avatares del viaje. Es un recorrido bastante típico que realizan muchas agencias de viajes y que venden como la África de los grandes exploradores.

Puesto que esta vez íbamos en un viaje organizado, tan sólo teníamos que ponernos en el aeropuerto de Nairobi y esperar allí a nuestro guía. Dicho y Hecho. Tras doce horas de viaje, con escala intermedia en Londres, Andréu nos recogió a la salida del aeropuerto y nos presentó al que sería nuestro vehículo en esta larga aventura: el camión casero más pintón y mejor pensado que he visto nunca, el Kananga-móvil.


Junto con Andréu nos acompañaba el resto del equipo: Twaibu, el conductor, un tanzano siempre sonriente; Saba, el cocinero, con quien pasé grandes momentos pelando verduras y aprendiendo Swahili; y Aarón, el único keniata del grupo, que trabajaba como ayudante del guía y nos sirvió de gran ayuda en muchos momentos.


Por Kenia a todo trapo

Recorrer Kenia es todo menos rápido. Las carreteras son tan malas y están tan llenas de baches que, frecuentemente, los coches circulan por los laterales. Y eso siempre que no llueva porque, como rara vez están asfaltadas, si llueve mucho, más que conducción haces patinaje artístico.

Pero, ¿A quién le importa la velocidad en un sitio donde se te van los ojos de tanto cómo hay que ver? ¡Bienvenida la tranquilidad!. África tiene su propio ritmo.

En Kenia sólo visitamos dos zonas: el Parque Nacional del Lago Nakuru y la Reserva Nacional de Masai Mara pero ambos se bastan y sobran para deslumbrar por sí solos. El Lago Nakuru debe tener una de las mayores concentraciones de fauna del mundo en sus orillas. Cada 50 metros te encuentras con una manada de animales a cuál más grande y típico: antílopes, gacelas, búfalos, jirafas, ñues, rinocerontes... y unas pequeñas aves de la familia de las gallinas a quienes nuestro guía había bautizado con el poco prometedor nombre de “sugus de la sabana” ya que estos animalitos, suculentos e indefensos, son el plato favorito de muchos depredadores. Viajar por este Parque como primer destino de un viaje a África es adquirir una sensación absoluta de irrealidad a mitad de camino entre un zoológico y un libro de historia colonial.

Del Masai Mara qué voy a decir. Es la tierra de los Masais, esos chicos altos y delgados vestidos de rojo que aparecen en los documentales de la dos. Conocerlos es poco menos que trasladarse al interior de uno de esos documentales y convertirse, de un plumazo, en Miguel de la Cuadra Salcedo.


Por tierras Tanzanas

Tanzania tampoco se queda a tras en cuanto a espacios naturales. El célebre Parque Nacional del Serengeti, con su archifamosa sabana, es un lugar de obligada parada o, mas bien, de obligado tránsito, ya que está formado por 13.000 kilómetros cuadrados de sabana lisa y llana, donde el horizonte ocupa los 360 grados de nuestro campo visual produciendo una sensación de inmensa e indescriptible libertad. Contemplar el anochecer en este colosal paisaje, tumbado en el techo de un camión puede que no sea la imagen más romántica del mundo, pero es, sencillamente, brutal.

El Cráter del Ngorongoro es, por su lado, una maravilla de la geología reconvertida a edén en mitad del desierto. No hay otra forma de describir este antiguo volcán dormido mas que como un enorme cono situado en mitad de la nada. Porque eso es lo que es, un enorme cráter volcánico, de 3.648 metros de altura y algo más de 8.000 kilómetros cuadrados de superficie. Lleva tanto tiempo extinguido que se ha formado en su interior un enorme parque lleno de agua y bosques y, claro, animales para aburrir porque para eso esto es África. Lamentablemente, el acceso solo se puede realizar en 4x4 y, aunque hay estrictas normas sobre comportamiento frente a los animales, todo el mundo se las salta a la torera y no es extraño observar auténticos y vergonzosos acosos.



Para más información:
- Página oficial del Parque Nacional del Serengeti http://www.serengeti.org/
- Página oficial del Área de Conservación del Ngorongoro http://www.ngorongoro-crater-africa.org/
- Página oficial del Servicio de Vida Silvestre de Kenia dedicada al Parque Nacional del Lago Nakuru http://www.kws.org/nakuru.html

 
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