Desde hace ya años,
Costa Rica ha sido para mí el eterno destino secundario. Siempre que se planteaban un viaje aparecía como opción de peso pero, por unas cosas o por otras, quedaba invariablemente pospuesto. Y eso que conozco mucha gente que ha ido y todos han vuelto encantados.
El caso es que, por fin, el año pasado llego su oportunidad, más que nada porque la relación distancia/precio era la adecuada a nuestras necesidades. Consultamos guías, webs, foros de viajeros y demás, y preparamos un viaje que, en principio, parecía muy prometedor. Y nos fuimos.
Tengo que reconocer que ha sido el viaje en el que más me he divertido, con diferencia, de todos los que he hecho. Es más, lo primero que hice al volver fue echarle una bronca monumental a todos los que ya me habían hablado del país por no haberme contado hasta que punto merecía la pena. Como resumen, debo decir que la sensación general es la de visitar un
enorme parque temático. Es un país genial.
Y no es para menos, ya que la situación geográfica de este país es la ideal para crear una gran variedad de
espacios naturales diferentes, a lo que hay que sumar una geología diversa que abarca entre el nivel del mar y los casi 4.000 metros de altura de algunas de sus cimas y 2 océanos diferentes que la rodean de exóticas playas.
Tal variedad natural, unida a la excepcional estabilidad política de la que disfruta el país desde hace años, y a la simpatía y sentido común de sus habitantes,
han convertido a Costa Rica en un destino ideal para cualquiera sean cuales sean sus preferencias a la hora de viajar.
Para muestra, un botón, a ver qué os parecen los principales escenarios de este Parque Temático:
A caballo entre dos océanos
Como dirían en los libros de geografía del colegio, Costa Rica limita por el Este con el Océano Pacífico. Nada menos que 1.254 kilómetros de costa irregular con inmensas playas, pequeñas calas, cortados, golfos, penínsulas... y todo lo que el mar puede ofrecer.
Por el Oeste, más de lo mismo, pero no por ello carente de su propio encanto. 212 kilómetros de Costa Caribeña mucho más homogénea, con playas más modestas en longitud, pero con exóticas palmeras, cocoteros y plantas tropicales tan cerca del agua que son ideales para dejar la toalla debajo.
Si lo tuyo es el surf o, simplemente, buenas playas y mejores hoteles, la Región de Guanacaste, al Norte de la Costa Pacífica, es tu sitio. Pero si lo tuyo es el Reggae, el mundo Rasta y el “paz hermanos” no puedes perderte la Costa caribeña.
De 0 a 4000, en 100 kilómetros
Si la longitud de sus costas, sobre todo las del Pacífico, nos dejan sin habla, las de sus montes hacen perder la cabeza. El interior de Costa Rica está recorrido, de SE a NO, por una cordillera de origen volcánico cuya mayor altura es el cerro Chiripó con nada más y nada menos que 3.820 metros, pero situado a menos de 70 kilómetros del mar.
He de confesar que no he subido el Chiripó, pero a esa distancia del mar el panorama desde su cumbre debe ser el sueño de cualquier montañero.
Volcanes dormidos, volcanes despiertos, volcanes y más volcanes
Como no podía ser de otra forma, en una cordillera volcánica tan joven, al menos desde el punto de vista geológico, como es la de Costa Rica, los volcanes se suceden cada pocos kilómetros. Tiene
60 volcanes de los cuales 6 están todavía activos y algunos, como el Arenal y el Rincón de la Vieja, son visitables sin riesgo alguno.
Y... Parque Natural tras Parque Natural
De todos es sabido que
Costa Rica es un país “pequeñito” en dimensiones. Y, desde luego, lo es. Su distancia mínima entre la Costa Pacífica y el Caribe es de sólo 119 kilómetros mientras que la máxima transversal es de tan sólo 464 kilómetros, lo que nos da un territorio con poco más de 51.000 kilómetros cuadrados (datos del Instituto Geográfico Nacional de Costa Rica).
Sin embargo, Costa Rica es el país con mayor extensión de zonas naturales protegidas. Casi 5.000 kilómetros cuadrados repartidos en
17 Parques Nacionales y
7 reservas biológicas, a los que hay que añadir numerosas
reservas privadas, refugios de vida silvestre y reservas forestales que son además un gran ejemplo de eso, tantas veces mencionado pero que nadie sabe muy bien a que se refiere, del desarrollo sostenible y el turismo responsable.
Su alto nivel de conservación, unido a la excelente climatología y a la variación de alturas, ha creado un sinfín de formaciones vegetales: desde
arrecifes costeros a páramos
de alta montaña, pasando por
selvas ecuatoriales, bosques tropicales húmedos, bosques tropicales secos y hasta pequeñas
zonas desérticas. Tampoco podemos pasar por alto la existencia de una auténtica joya botánica: los famosos
bosques nubosos que, según los expertos, son la formación vegetal que más se acerca al estado de máximo desarrollo vegetal posible.
Tan variado y cuidado medio ambiente solo puede dar lugar a una espectacular proliferación de vida:
850 especies de aves censadas;
360 especies conocidas de anfibios y reptiles;
205 de mamíferos, que incluyen varias especies de monos; bosques con más de 1.000
especies de árboles por hectárea (en
España encontrar más de media docena es un milagro); orquídeas, epifitas, helechos gigantes... Casi nada, poco menos del
5% de la biodiversidad del planeta.
¿Y de las actividades, qué?
No hay Parque temático que se precie que no tenga un montón de posibilidades de acción y este paraíso Tico no iba a ser menos. Por todas partes hay ofertas de actividades de aventura: kayaks, canoas, caballos, canopy, puentes colgantes, quads...; o de actividades acuáticas: surf, buceo, submarinismo...; paseos varios: en barca por los manglares, en barco por alta mar, a pie por espacios naturales...; e infinidad de visitas a reservas y zoos privados: mariposarios, serpentarios, ranarios...
Si no encuentras tu actividad... es porque no existe.